La música es ante todo un vehículo para transmitir sentimientos. Juega con las diferentes sensaciones que produce y que pueden tener distintos matices en las personas ya que a las notas musicales a menudo se asocian recuerdos muy personales.

Por eso, una canción que en principio es alegre y positiva puede causar tristeza en alguien que la asocia a una vivencia negativa o al contrario. Aquellos que padecen sinestesia dicen que incluso pueden asociar la música con colores o con sabores de una manera directa. Pero para la mayoría de las personas la asociación se realiza tan solo con recuerdos o sensaciones.

Por eso, una de las mejores cualidades de un músico cuando toca ante un público en directo es saber percibir ese sentimiento común que fluye de todos ellos y darles justo lo que necesitan en cada momento para provocar la reacción que se está buscando.

En un concierto festivo en el que se quiere que la gente baile es muy importante saber jugar con los tiempos y los ritmos. No todo el tiempo se puede mantener al público en un punto álgido. Hay que saber cómo jugar de manera cómplice con ellos para que igual que en un momento determinado vibran y sube la excitación, en otro haya más relax y escuchen con atención y sentimiento un determinado tema.

La música es comunicación

Por eso, una parte importante en la formación de un músico es el aprender a improvisar. Solo aquellos que han aprendido a ceñirse a las partituras y que son capaces de tocar con soltura y nivel pueden tener la seguridad de realizar improvisaciones con éxito.

Aunque parezca una contradicción, hay que aprender a improvisar y hay que tener mucha práctica para saber dejarse llevar por el momento y conectar con la gente. Pero también hay que tener algo que no se estudia, sensibilidad para percibir los estados de ánimo generales y saber jugar con ellos.

Anastasia, en sus conciertos, utiliza la música como una forma de comunicación con su público. Pero una comunicación en ambas direcciones. Ella transmite todo el sentimiento de su música y ellos, a su vez le comunican qué es lo que necesitan: subir o relajar el ritmo.

Este juego es el que convierte un concierto en algo especial, lo que muchos han definido como feeling con el público y que, en realidad, tal y como hemos dicho, es experiencia y sensibilidad a partes iguales.