Anastasia McQueen es una joven música y empresaria bielorrusa que, desde Ibiza, está triunfando en todo el mundo. Su búsqueda de la perfección, ya fuera trabajando en la banca como haciendo sonar su mágico ‘saxo’, la han conducido al éxito.

Acompañada siempre de su inseparable saxofón, Anastasia McQueen ha actuado en más de 30 países. Especializada en poner música en directo en las sesiones de algunos de los Djs más famosos, además actúa en eventos de firmas como Cartier o Zara. Gracias a su anhelo de perfección, se ha convertido en la saxofonista femenina más demandada del mundo. Hablamos con ella para conocer cómo se ha convertido en un referente de la noche ibicenca desde locales como Pacha, Nikki Beach, Blue Marlin, Privilege o Lio, además de en la flamante nueva embajadora de Ibiza Luxury Destination (ILD), el club de lujo de la isla. “Para mi es un honor serlo, creo que la buena energía ibicenca hay que transmitirla por todo el mundo. Creo que se pueden hacer muchas cosas maravillosas en la isla, siempre cuidándola y protegiéndola”, explica.

Anastasia Zhukovskaya, su apellido de soltera, nació en Borisov, Bielorrusia, hace 29 años. Desde pequeña siempre tuve mucha energía, así que iba a clases de gimnasia, a kárate… “Siempre quería hacer cosas nuevas. Con 10 años, le dije a mis padres que quería aprender a tocar la guitarra y ellos me llevaron al Conservatorio”, recuerda. Allí les dieron una mala noticia, las plazas para guitarra se habían acabado. Le propusieron otros instrumentos. “Por causalidad, pasó por allí una profesora que conocía a mis padres y les dijo ‘¿por qué no se apunta a saxo?’ Yo no quería, sólo por el nombre (risas), me sonaba fatal. Pensé que los niños se iban a reír de mi, así que me pasé llorando toda la noche”, explica. Pero al final su padre la convenció e hicieron un trato: iría solo a la primera clase. “Cuando llegué y vi aquel instrumento tan bonito, dorado y brillante fue amor a primera vista, desde entonces estoy enamorada del saxofón y no he dejado de tocarlo ni un solo día”, reconoce. Así que continuó yendo a clases de saxofón pero además, mientras proseguía sus estudios, hizo la carrera de Música y acabó consiguiendo el diploma de directora de orquesta, aunque puntualiza que nunca ha trabajado de ello y no cree que lo haga. La pequeña Anastasia no paraba ni un segundo. “Creo que mi infancia fue algo más difícil que la vida de un niño en España. Yo salía cada día muy temprano de casa, cogía muchos autobuses para llegar a todo y regresaba muy tarde, casi sin tiempo para acabar los deberes del ‘cole’. Pero tenía amigos, a mi familia que me quería mucho y era muy feliz”, comenta.

Cuando acabó Música, se mudó a la capital de Bielorrusia, Minsk, donde consiguió trabajo en un banco y se convirtió en la administradora más joven de la empresa. “Mi trabajo allí era gestionar muchas cosas pequeñitas pero importantes, desde las tarjetas bancarias hasta informar a la gente. Para aprender más, decidí compaginarlo con estudiar Economía en la Universidad. Y en mis ratos libres tocaba el saxo en eventos y discotecas”, cuenta esta mujer imparable. “Lo que más me interesaba aprender era marketing y branding. Siempre he pensado que hay que estar preparado para todo en esta vida. La música está muy bien, pero también ha que saber de negocios, porque sin ellos no funciona lo otro”, explica sobre su filosofía vital. Además, a partir de los 18 años comenzó a trabajar como modelo para hacer fotos para publicidad, algo que no ha dejado de hacer nunca aunque siempre de forma secundaria. “Lo tengo como hobby, me gusta y lo paso bien, pero no lo veo como mi trabajo principal. Ante todo soy saxofonista”, explica. Por eso, aunque le gustaba el trabajo, en cuanto vio que con la música se podía ganar la vida decidió dejar el banco, que le había servido para tener estabilidad y pagarse la carrera. Ella considera que comenzó a tener éxito porque siempre busca la perfección y eso se traduce en dar siempre lo mejor de ella misma. “Intento hacerlo todo perfecto. Vestirme perfecta, que las canciones para cada evento sean perfectas, tocar al más alto nivel… Como trabajaba con tantas ganas, de cada evento me salían un par más. Eso es progresión geométrica”, apunta.

Al poco tiempo, Anastasia comenzó a viajar por todo el mundo. Ha visitado más de 30 países: Estados Unidos, España, India, Brasil, Rusia, China, Azerbaiyán, Italia, Suiza, Dubai, Qatar, Armenia… Pero de todos ellos hubo un lugar que le robó el corazón tanto como para decidir convertirlo en su hogar: Ibiza. “Me pasé tanto tiempo viajando que ya no sabía ni dónde estaba ni dónde vivía”, explica, “pero cuando llegué a Ibiza supe que había encontrado mi lugar, es una ventana al mundo, una mezcla de todo y un lugar internacional donde es fácil colaborar con personas de todo el mundo. Aquí hay de todo. Además, aquí conocí al amor de mi vida”, explica. Se refiere al atleta del flyboard Lindsay McQueen, con quien comparte vida, negocios y sueños. “Cuando me dijo su apellido supe que era perfecto para convertirse en mi nombre artístico”, cuenta entre risas. Así, cambió el Zhukouskya por McQueen, su apellido de casada, el nombre con el que ya se la conoce por todo el mundo: Anastasia McQueen.

Anastasia no pierde el contacto con su país de origen, que visita una vez al año, para ver a su familia y a sus amigos. “Aunque ellos prefieren venir a verme a Ibiza, les encanta”, cuenta entre risas y reconoce que ya está totalmente asentada en Ibiza, donde ha montado la empresa de deportes y juguetes náuticos y eventos Q Ibiza, “ofrecemos cualquier cosa divertida que se pueda hacer en el mar”, y destaca que además tienen un compromiso ecológico, que por su parte es muy personal: “Como estamos siempre en el mar, aprovechamos para recoger cualquier basura o plásticos y para concienciar sobre la importancia de la posidonia, por ejemplo. Debemos de mirar al mar como a nuestra casa y cuidarlo igual. Hay turistas que vienen y no lo sienten como su hogar, y tiran una colilla o una bolsa. Yo siempre les reprocho su actitud y les explico por qué hay que cuidar de este lugar maravilloso. Ibiza y Formentera son dos tesoros que hay que proteger”.

En Ibiza se la puede ver y escuchar cada viernes en las fiestas Vintage donde acompaña las sesiones de Sebastian Gamboa, su Dj favorito. “Nos entendemos muy bien, para mi es una de las fiestas que mejor muestra el espíritu de Ibiza. Sebastian siempre hace una selección de música super bonita”, apunta. Pero además ha tocado con otras estrellas de la música electrónica como Erik Morillo, Fonsi Nieto, Reboot o Jack E. Verla en directo es algo espectacular, fluye con la música y hace que el público enloquezca -literalmente- bailando. Normalmente ni siquiera ensaya, prefiere improvisar sobre la música. Reconoce que lo que más le gusta son las actuaciones en directo por la energía que se crea. “Me encanta sentir la alegría de la gente. Es un intercambio, ellos sienten la mía y me la devuelven. Sus vibraciones me llegan y se crea una corriente muy fuerte con ellos. No hay nada comparable, ¡me siento como si hubiera tomado diez Red Bulls!”, explica. También cuenta que también le gusta mucho actuar en televisión. Además de en Bielorrusia y Rusia, ha colaborado en El Hormiguero. “Me lo pasé muy bien con Pablo Motos y su equipo, son muy divertidos y creativos. Y vamos a proponer más colaboraciones con ellos en el futuro”, adelanta. “El saxo está de moda, lo encuentras en grandes éxitos pop, en el jazz o en la música electrónica. Creo que aprovechamos bien su belleza pero se pueden hacer muchas más cosas con él, es un instrumento muy versátil. Me gustaría tener más tiempo para hacer colaboraciones. ¡Me encantaría hacer algo con Beyoncé! Desde niña me gusta a la música que hace, la fuerza de su voz y la energía que tienen sus canciones”, cuenta esta prodigiosa saxofonista que ha enamorado al mundo. Quién sabe, si se mantiene su imparable trayectoria puede que en el futuro la veamos acompañando a Queen B.